A-mort

- Disculpa, soy nueva aquí, ¿podrías decirme donde está el casino?
Fueron las primeras palabras que me dirigió Javiera, la estudiante santiaguina de la cual tanto se había hablado.
-p..ppor ese pasillo a la derecha- le dije un tanto nervioso, enrojecido; y se marchó, sin antes regalarme una sonrisa de agradecimiento.Al transcurrir los días me la seguí encontrando el los lisos jardines de la facultad, siempre solitaria, como deseando un poco de compañía. Así que me armé de valentía, y una tarde me atreví a preguntarle si deseaba ir al cine conmigo. Bueno, acá hay un solo cine, pequeño y envejecido, el de Don Jorge, que tenía matinés de miercoles a domingo.- Encantada. Muchas Gracias. -Entonces el miércoles- le dije sonriendo.-Entonces el miércoles, son falta- repitió.Estaba lloviendo,llegó con quince minutos de retraso. Yo llegué con treinta de anticipación, sólo por las ansias.La función era de la película " Le Prent", antiguo largometraje francés, que por alguna extraña razón, la repetían mes por medio. Después de un saludo sobrio, la invité a pasar a la sala, en ello noté que tenía recogido en un moño el cabello mojado: afuera llovía suavemente.Nos sentamos en las primeras butacas, no se encontraba nadie mas en ese instante, más que el olor a murta que impregnaba las paredes de la habitación, la señora de Don Jorge se fascinaba aromatizando cada rincón del cine con diversas especias. Comenzó la película.Comenzó lo que anhelaba. Tener a Javiera junto a mí, aunque fuera frente a un pantalla desgarbada, fingiendo interés en las imágenes, yo sólo la miraba disimuladamente, su perfil, sus manos, la atención que prestaba. Me excusé diciendole que necesitaba ir al baño.Salí corriendo calle abajo, tenía un sudor frío recorriendo mi frente, el corazón sumamente acelerado, el pulso inquietado... prefería salir así, que besarla como mis impulsos me lo exigían.Lo mejor sería pedirles disculpas por la noche, inventar un malestar repentino, o algo parecido. Las mujeres perdonan con facilidad.